La Musica Colonial



Los últimos años del imperio mexica se vieron ensombrecidos por la amenaza que llegaría con los españoles; para los indígenas haber tenido avisos de varios modos era la advertencia de lo que vendría, en la última fiesta de toxiuhmolpilia (ceremonia del fuego nuevo), durante el mes de panquetzali en el año de 1507, el pecho abierto de un sacrificado no quería dar la nueva llama, no prendía a pesar de los esfuerzos, después de un buen rato encendió, y el valle de México se vistió de fiesta, una vez más haciendo sonar flautas, huéhuetls y teponaztlis. Sin embargo, para los sabios el no haber encendido con facilidad, fue un muy mal augurio junto con la resurrección de una hermana del emperador Moctezuma con un aspecto terrible.

Entre los años 1521 y 1821, México rigió su vida bajo el yugo español. Estos observaron que los aztecas tenían habilidad musical y aprovecharon dichas habilidades para, por medio de la música acelerar la inculturación del pueblo. Fue el Fraile Pedro de Gante quien estableció la primera escuela de música en 1524, en Texcoco, la cual fue trasladada a la Ciudad de México en 1527.

Al comenzar los años de conquista, una vez más muy aparte de la cantidad de maltratos ejercidos por los españoles hacia los nacidos por acá, se hablará más de lo que sucedía con la música, sin desligarse tampoco de los hechos históricos, para comprender mejor lo que sucedió durante estos años que fueron combinando la sangre y los sonidos de muy diversos pueblos del mundo

En 1528 se fundó el Cabildo Eclesiástico de la Nueva España, que tenia como función principal dar los nombramientos de músicos y cantores encargados de ejecutar la música en las ceremonias religiosas.

INSTRUMENTOS TRAIDOS POR LOS ESPAÑOLES

Las flautas de madera de varios tamaños. Los cornetos de marfil o madera, las trompetas, naturales sobre armónicos. Las chirimías (oboe antiguo), las trompas (corno francés), sacabuches (trombón), bajones (ancestro del fagot), un gran número de percusiones, y las cuerdas, guitarras barrocas, violines, violas, raveles, arpas, salterios, y el majestuoso órgano que florecería dando bellísimos ejemplares en el continente.

En el siglo XVII llegaron a nuestro país compositores y músicos europeos, quienes difundieron los estilos y formas musicales de uso en aquella región del mundo, como el Canto Gregoriano, el Motete, el Madrigal, la Cantiga, el Villancico y la Sonata.

Los instrumentos musicales utilizados en la época colonial fueron la Flauta, la Trompeta, la Vihuela, la Guitarra, el Clavicordio y el Órgano.

Los compositores más destacados de esta época fueron Manuel de Sumaya, José Manuel Aldana, Hernando Franco, Antonio de Salazar, José Gutiérrez de Padilla y Juan Antonio Vargas y Guzmán.



El Teatro Colonial

El periodo comprendido entre el siglo XVI y XVII se destacaron dos dramaturgos, Fray Diego de Ocaña y Juan de Espinosa Medrano. El teatro de principios del siglo XVI y mediados del XVII se fundamenta en las crónicas y diarios escritos por los españoles. Fray Diego de Ocaña no escapó a este deleite de escribir y realizar una obra teatral.

A partir de la época colonial, el teatro se basó completamente en los modelos europeos. A finales del siglo XVII, destacó en México sor Juana Inés de la Cruz, autora de Los empeños de una casa, comedia de enredo con influencia calderoniana cuya acción transcurre en Madrid y con personajes típicos de las comedias de la época; Amor es más laberinto, en la cual recurre a personajes de la mitología griega y El cetro de José y El divino Narciso (1688), autos sacramentales en los cuales intervienen personajes mexicanos.

Varios años después de la independencia se reanuda una producción dramática digna de mención. Autores importantes de este periodo son Manuel Eduardo de Gorostiza (1789-1851) con su obra Contigo, pan y cebolla (c.1830), comedia en la que satiriza el sentimentalismo de los románticos, y Fernando Calderón (1809-1845) con A ninguna de las tres (1849), obra muy influida por el espíritu romántico del dramaturgo español Bretón de los Herreros.

Fray Diego de Ocaña nació en España en 1570. En el año 1588 se recibió como sacerdote y en 1599 llega al Nuevo Mundo. En 1600 se estableció en el Alto Perú. Fue allí donde escribió su obra de teatro Comedia de la Virgen de Guadalupe y sus milagros. Esta pieza teatral es de gran contenido religioso e histórico medievalista. Como tema central la imagen de la virgen en dos momentos históricos para España: la caída del Imperio español y la Conquista. Fray Diego de Ocaña llevo esta obra a las ciudades de Potosí y Chuquisaca. Se dirigía a Lima con intenciones de presentar el drama, pero se vio obligado a embarcarse a México donde murió en el año de 1608.

A mediados del siglo XVII el dramaturgo peruano José de Espinosa Medrano es reconocido en el campo literario. De origen indígena hizo sus estudios en España. El dominio de las lenguas Quechua y española lo condujeron hacia el éxito literario. Como escritor de prosa castellana sobresale su obra el Apologético, una obra de influencia gongorina. La Philosophia Tomística es un estudio filosófico escrito en 1662. En el campo teatral el autor escribió la comedia El amar su propia muerte, drama de estilo barroco con un argumento bíblico y conserva la influencia de Góngora y Calderón.

Aunque nacido en Taxco, México, Juan Ruiz de Alarcón realizó sus estudios y su trabajo en España. Escrita bajo una concepción moral a la manera griega clásica, su obra se diferencia de la de sus contemporáneos en una mayor meticulosidad en la preparación de la trama y los versos, así como en la aguda observación psicológica del carácter. En sus obras los vicios son condenados, a diferencia de las comedias de Lope de Vega, en las cuales el final feliz, a toda costa, es el fin perseguido. Sus personajes no son como los de Lope, derivados de las necesidades de la trama o simbólicos como los de Calderón de la Barca. Ruiz de Alarcón construye la acción a partir del carácter de los personajes, que sirve de impulso para proyectar el mundo interior y el mecanismo de cada obra. Entre sus obras más importantes están: Las paredes oyen (1628) y Ganar amigos (1634).

A principios del siglo XVIII surge una obra teatral que marca el fin del teatro colonial: El Entremés de Navidad. Es anónimo, pero algunos críticos literarios lo han atribuido a alguna de las monjas del Monasterio del Carmen. En esta composición se combina el lenguaje criollo y el Quechua. El drama esta escrito de una manera sencilla, clara y tiene como tema la alegría al nacimiento de Cristo. En el año 1828 el dramaturgo Guillermo Ugarte logro publicar y realizar esta obra bajo el titulo de Entremés de Huamanguino.